noche tras noche, y el guarda sabía que algo estaba pasando pero no podía averiguar qué. Un día estaba tan furioso e intrigado que detuvo a Petrovich y le dijo: “Sé que está tramando algo y me está desquiciando. Dígamelo y dejaré que se marche. ¿Qué es lo que está robando?” Petrovich sonrió y contestó: “¡Carretillas!” Tristemente, el chiste tiene que ver con los cristianos evangélicos. Mientras que hemos estado en guardia para conservar el domingo especial, oponernos al aborto y las prácticas homosexuales
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